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jueves, 15 de julio de 2010

Insomnio

Y así empezó la primera noche
En la que el pensamiento vagabundo
Se adueñó de mi razón.
Y así, entre verso y trova, trova y verso,
El sueño se confundió con el pensamiento

Noche tras noche, muerta en vida,
En el firmamento de concreto,
Mi mente proyecta escenas repetidas;
el mismo guión: un beso, una lágrima, un orgasmo,
la fea mueca y un adiós.

En la madrugada, fiel celestina
de los sentimientos condenados,
a esa hora promiscua,
lo que había dejado de latir, de fluir,
comenzó a vivir.

En la penumbra y a la sombra de un ángel,
donde el pensamiento vale más que la vida,
sobrevive la esperanza…
Insomne, inerte, inocua, insípida;
Sobrevive… a fuerza de recordarlo

martes, 1 de junio de 2010

La Duda

Desafiando el orden de cosas establecido y arrebatando la tranquilidad del sueño nocturno, irrumpe la duda. Molesta, inquietante y siempre anticipo de un cambio, este sentimiento nos invade en menor o mayor grado cuando las verdades que rigen nuestras vidas ya no son tan ciertas o sus argumentos ya no son lo suficientemente fuertes para permitirnos seguir.
Una duda es siempre signo de la necesidad que tenemos de hacer un alto en el camino y reconsiderar si: la vía que tomamos, el vehículo que nos lleva o el momento en que decidimos emprender cierta travesía son los adecuados.
Es molesta por naturaleza, pero necesaria para la evolución de la humanidad. Nuestro presente sería diferente si algunas mentes no se hubieran dado a la tarea de dudar sobre la forma en que vivían. No estaríamos hoy transportándonos sobre ruedas, orbitando nuestro planeta e incluso ni siquiera sabríamos de la existencia de civilizaciones distintas a las nuestras. Fue y es la duda el gusanito que ha empujado grandes verdades y descubierto nuevas formas de hacer las cosas.
Cada día me convenzo más sobre la necesidad del ser humano de creer en algo. Sin esa cuota de fe (que es el vital beneficio de la duda) no creo posible la capacidad de querer vivir. La fe y la capacidad de dudar es lo único determinante que ha perdido el candidato a suicida para tomar su infame decisión.
¿Qué sería de nuestra capacidad de creer sin la duda? En dos extremos casi opuestos, una no puede vivir sin la otra.
Su dicotomía les da su existencia y al mismo tiempo nos mantiene vivos, en el eterno juego de creer y dudar.

martes, 6 de abril de 2010

La declaración de Ricky y la renuncia de Andrés Eloy

Ricky Martin se declara homosexual, Müller Rojas abandona al PSUV y su vida política. Pensará que estoy loca, pues una cosa no tiene que ver con la otra, pero se equivoca. Ambos sucesos distantes, ajenos y disímiles en superficie, los vincula una misma acción: la renuncia.

Renunciar, implica, en casi todos los casos, dejar a un lado un proyecto de vida que construimos o soñamos, pero que por razones de peso mayor no es viable o simplemente nos desgasta. Andrés Eloy Blanco, ese gran poeta venezolano, lo expone claramente en su poema La Renuncia. No es un poema para adormecernos en su rima, es para ponernos a pensar. El argumento de la renuncia y la necesidad de este recurso para descubrir lo que somos y queremos ser.

En ocasiones al leerlo, reflexiono sobre las veces que me he atado a personas y cosas, y atadas a ellas he dejado pasar muchas oportunidades. “Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño”, dice Andrés Eloy. Y no se equivoca. Entre más atados estamos, dejamos de ser sujeto para convertirnos en objeto, sin voluntad, sin conciencia. Claro, ser nuestros propios dueños tiene un precio alto, que a veces no estamos dispuestos a pagar.

A Ricky su renuncia le permitirá vivir una vida plena sin esconder su verdadera naturaleza, quizá con las dificultades propias de ser un homosexual (vista como una excentricidad si tienes dinero) en un mundo de heterosexuales por antonomasia. En el caso de Müller Rojas, él mismo lo dijo “antes de transformar en odio esa privación relativa de mis expectativas, prefiero recobrar la racionalidad perdida”. En su escrito de despedida publicado en la prensa, el general cierra con un extracto del poema que hoy cito.

En mi caso, admito que estoy lejos de ser mi propia dueña. Eventualmente, puedo pensar libremente y actuar en consecuencia, pero son apenas pasos incipientes hacia ese estado en el que me gustaría, algún día, poder llegar.

Aquí les copio el poema para que lo puedan disfrutar:

He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;

Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, ¡cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño…

lunes, 15 de marzo de 2010

Del olvido y otros demonios

"TENGO LA SENSACIÓN DE HABER PASADO LA MITAD DE MI VIDA DORMIDA... AHORA HE DECIDIDO BUSCAR, POR TODOS LOS MEDIOS, PISTAS EN MI MEMORIA QUE ME AYUDEN A RECORDAR Y A SENTIR QUE DE VERDAD HE VIVIDO"

Descartando (porque así quiero hacerlo) algún desorden neurológico, hace un par de meses me percaté que he olvidado muchas cosas importantes de mi vida. Veo con envidia como algunos de mis conocidos cuentan con gran facilidad anécdotas de la infancia, el colegio o la universidad. Eso, tomando en cuenta que a penas me aproximo a mi tercera década (un eufemismo para no admitir que ya estoy arribando a esa maravillosa edad llena de descubrimientos fascinantes sobre el sexo y otros temas, y para no extenderme más en el paréntesis prometo hablar sobre los treinta más adelante) me pareció alarmante y frustrante.

¿Por qué? quizá porque he comprendido que si logro alcanzar un promedio de vida aceptable, en este punto de mi vida ya me comí casi la mitad del cupón olvidando el pasado, omitiendo el presente y fascinada por el porvenir. Y disculpen la clase de filosofía barata, pero es del pasado de lo que podemos hablar con certeza (sin la incertidumbre de los verbos futuros y la efímera certeza que nos ofrece el presente... alquien que me detenga con los paréntesis, por favor).

Pero en mi caso, el olvido ayudado por el tiempo, han metido en archivos ocultos de mi memoria mis más lindas experiencias, que hoy he decidido reconstruir a punta de cuentos, crónicas y poemas sobre lo vivido. No es fácil. Me hará falta la ayuda de quienes me acompañaron a construir ese pasado que evoco.

¡Espero que puedan ayudarme!

Era mi anhelo

Honda y misteriosa melodía
Cierro los ojos y siento que caminas por sus notas
das un paso lento, meditado, luego aceleras
parece que subes y vuelves a bajar

Nostálgicamente sigues allí parado
Sólo estás allí, inmutado, como muerto
Y mis manos tocan el piano de letras
que te componen una canción sobre tu canción
tu sorda pero estridente canción
que no me deja dormir
que me hace morir
que me hace vivir

Ahora estoy allí entre las teclas del piano
tocando tu canción muda, tu canción sorda
sólo parece haber quedado tu olor
me confundes, trastabilleo,
no sé si es tu olor o tu voz.
¡No importa!
Sólo era mi anhelo que te figuró allí parado
tan callado, tan muerto
tan vivo, tan vivo dentro de mí

domingo, 7 de marzo de 2010

Ángel Encubierto

Estoy allí, en medio del salón

bailando mi canción infinita.

Mientras bailo, desciendes suavemente

¿Acaso has presentido mi triste final?

Ángel encubierto ¿crees que me engañas?

¿Crees que no sé que has venido a salvarme?

¡Que tarde mi ángel! ya yo no quiero salvarme



Vienes a mí, no dices nada.

No hace falta.

Tus manos, tus ojos, siempre supieron decirme

lo que tu boca no podía.

Con tu mirada me hablaste del infinito

Con tu piel sentí el cielo y el infierno

pero ahora, cargado de deseo y amor

queriéndome salvar,

has decidido hablar, cuando ya no puedo escuchar



Mientras bailas conmigo,

yo miro el infinito que un día me mostraste en tus ojos

y vuelvo a sentir el cielo y el infierno en mi piel.

¿Ya cansado? ¡que rápido te cansas!

Me sueltas, continúo bailando

bailando la danza de la muerte

que me ha venido a buscar.

Y mientras termino mi triste baile

regresas derrotado a tu limbo

y yo cierro mis ojos,

para nunca más volverlos a abrir